lunes, 23 de febrero de 2015

I.M

Como una buena amiga me dijo un dia, 'sabrás que lo has superado cuando seas capaz de escuchar esa canción que tanto te recuerda a él, cuando esa persona cuya voz que antes te acariciaba no te vaya matanto poquito a poco con cada nota'.  Y me he dado cuenta de que mi amiga tenía razón, que cuando esa música que tantas sonrisas te sacaba, a día de hoy solo te saca lágrimas, es que la cosa aun esta muy verde. Pero como todos bien sabemos, el tiempo las hace madurar.

viernes, 20 de febrero de 2015

~Let it be~

Yo también soy natural y sencillamente imperfecta, de esas que tardan el doble en arreglarse y luego se quejan porque no las ha dado tiempo de maquillarse. Me gusta reírme a carcajadas, y cuando suena mi canción favorita subo al máximo el volumen y cojo cualquier cosa de micrófono. Nunca encuentro las llaves porque las he dejado en el bolso del día anterior, y siempre lloro con las películas. Me gustan las buenas frases, la Navidad y el café. Soy algo despistada y un poco coqueta también, para qué negarlo. Me gustan los libros, la cerveza y escuchar música a oscuras en mi cuarto. Soy perfeccionista pero busco la improvisación, y aunque me sobra paciencia, me falta un filtro para evitar decir todo lo que pasa por la mente. Me gustan las tormentas y me encanta la combinación  peli-sofá-manta. Creo en el destino y en la magia, pero no necesito nada más que una sonrisa para salir de casa.

Pueden llamarse defectos. Para mí son detalles, pequeños detalles que son el reflejo de cada uno  y los que marcan la diferencia. Son esas imperfecciones las que nos distinguen del resto y hacen que una persona sea maravillosa y única. Y es que, en realidad, la felicidad se encuentra en lo natural y en la sencillez, porque no hay nada mejor ni más auténtico…  que una persona siendo ella misma.



sábado, 7 de febrero de 2015

Adios, amor.


Siempre tuve fe en el amor y sigo manteniéndola con la misma intensidad, pero alcanzado este punto de mi vida, la perspectiva ha cambiado.

Antes imaginaba el amor como algo que debía sucederme, que me tocaba por naturaleza y esperaba impaciente mi turno para amar y ser amada. Para comenzar mi cuento infinito hacia los sentidos más profundos y dichosos.
Llegué a impacientarme esperando ese momento ansiado, como la noche previa a la llegada de los reyes magos, que me robaba el sueño cuando era niña.
Pero no llegaba.
No llegaba y cada vez sentía menos, me consumía lentamente; hasta hoy.

Hoy ya no siento prácticamente nada.
No recuerdo que es la ilusión verdadera. No recuerdo el cosquilleo a traición de una tripa de nervios incontrolables. No recuerdo las ganas, el deseo irrefrenable, la alegría bulliciosa de reflejarme en unos ojos. No recuerdo qué es amar. No recuerdo qué es el amor.

Y no me importa.
Ahora imagino el amor como algo creado para los demás.
Un juego en el que jamás me adentraré, pero seguiré disfrutando al observarlo por mi alrededor. Algo que a veces soñaré, pero que no me quitará el sueño.
Será como esa casa que quizás nunca podré comprar, pero me seguirá pareciendo hermosa.


Y curiosa y contradictoriamente soy más feliz que nunca.