Ahora ya es difícil saber cómo te trata la vida. Querer averiguarlo significa jugármelo todo a una carta que seguramente perdería, significaría perder el orgullo que nos define, aunque a mí ni me quede, significaría dejar el miedo a un lado y todo eso me asusta tanto que se me escapa por los dedos de los pies.
Y escribo, porque necesito sacar todo lo que nadie quiere escuchar, porque reiterarme en lo
mismo es volver a quedarse desnuda, y yo a eso, lo siento pero ya no vuelvo,
porque volver a lo mismo, aunque muera de ganas, sería darte el poder de
dejarme hecha pedazos de nuevo.
Porque me encuentro contigo y no sé si quiero odiarte o
correr a abrazarte. Y sé que aunque mis demonios intenten convencerme de lo
contrario, te pasa igual, que me ves y tus planes se trastornan. Que ya me es
imposible contar las veces que me he reinventado para convencerme de que
nosotros ya no existimos, tu a lo tuyo y yo a lo mío, a la mierda la
intermitencia, pero, ¿para qué engañarnos? Si sé que si esa noche he bebido y
me encuentro contigo, y se me va de las manos.
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