lunes, 24 de julio de 2017

Aprender a perder

Seguro que alguna vez te habrán dicho que todo pasa por algo, que si ha sido así es porque tenía que ser así. Que no le des más vueltas ni pienses en el por qué. Bien. Pues yo te digo que lo pienses más, que pienses que esta vez has perdido, que no todo es de color de rosa, y que no te pongas esa venda para taparlo y fingir que todo va bien.

No nos damos cuenta de lo importante que es aprender a perder, saber que cada vez que perdemos, hemos ganado algo aunque no lo veamos, y que cada vez que ganemos habremos perdido unas cuantas veces antes. Perder duele, y no es nada nuevo. Lo sabéis. Perder duele mucho. Podemos perder la razón, perder cosas, pero lo que más duele es perder a esas personas que pensamos que iban a estar incondicionalmente a nuestro lado, y de repente, se van.

Y ahora estaréis pensando que ojalá no perdiéramos, que todo fuera ganar y la vida fuera bonita. Pues no, yo me alegro de perder. Doy gracias a todas las batallas que he perdido, a todas esas personas que se han ido; a las que yo he dejado ir y a esas que se han ido sin que yo dejara que se fueran, aunque cueste recordarlo, aunque duela. Pero si no fuera por cada una de ellas, yo no sería quien soy, no hubiera vivido lo mismo y hoy no estaría aquí seguramente. Seguramente tampoco valoraría todas esas cosas buenas que me han pasado por haber perdido antes. Y esto seguramente ya lo sabréis, pero hay veces que es mejor dar un pasito para atrás, coger carrerilla, y seguir a por todas.

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